La Esfera de Cristal


cuentos, fábulas

Francisco Yasser era un hombre muy afortunado en la vida. Tenía todo lo que quería, sólo le faltaba algo, lo cual, él no lo sabía, solo que ese “algo” faltaba. Bien, << se dijo a si mismo>> << recorreré el mundo y encontraré lo que necesito>>. Y así comenzó su largo deambular. No sabía donde empezar. Se le ocurrió que podía ser la ciudad de Damasco, el origen de sus padres. Seres muy queridos pero ausentes hace muchos años.

Todo comienzo trae sus dificultades, y para él no era una situación extraña. Hombre sólo, y con una esperanza de que algún día esa soledad terminara. Así pasaba el tiempo, sin necesidades económicas, con buena posición social, herencia de sus padres. Solo aquello, lo que por dentro sentía: una ausencia de ese “algo” indetenible en el tiempo y que de tanto sentirlo ya formaba parte de su vida.

Así que Francisco Yasser se preparó para ese largo viaje. Como siempre con las esperanza de conocer todos aquellos lugares que sus padres, que en el pasado, le habían relatado: grandes misterios, ciudades milenarias, en fin pueblos que han sobrevivido en el tiempo. Claro a esto se agregaba la fantasía de sus padres, de los recuerdos de cuando jóvenes recorrían las calles de Damasco.

Su pregunta era: ¿Qué cosas debo llevar?. Incertidumbre de todos los viajeros; pero el sabía que serían pocas ya que lo que necesitara lo podría conseguir a su destino.

Transcurrieron las horas en ese vuelo con destino a ese mundo de fantasía. Siempre se preguntaba por las cosas nuevas que iba a conocer. Sólo la esperanza de ser un sitio muy amado por sus padres: le consolaba.

Reclinado en su asiento, pensaba en los años vividos y lo hermoso que sería si sus padres estuvieran. Ellos se habían ido hace años y se fueron los dos juntos. <<Así lo pensaba>>. Eran tan unidos que hasta en la muerte ninguno de los dos se separó.

Aún joven emprendió su propia vida y siempre con el deseo de encontrar aquello que ella: la vida, le reclamaba. Así transcurrían esos momentos de espera cuando sintió que alguien a su lado le saludaba. Era una hermosa joven que cansada de estar sola en su asiento venía a acompañarle y a conversar con él. Cosas del destino, cuando uno menos se lo espera, se encuentra abismado y sorprendido por las vueltas que da la vida.

Ella era hermosa con ese aire de ser descendiente de árabe, y así lo era.

-¿Cómo te llamas?. –Preguntas comunes ante lo desconocido.

-Francisco Yasser -Fue su respuesta.

Siempre las mujeres son más astutas en conocer lo que les interesa.

Él, sorprendido no encontraba como continuar…

-Me llamo Yazmín- y también voy a Damasco a conocer de nuevo a mi familia.

-¿Primera vez que tu vuelas a esta ciudad? –Fue su pregunta.

-No, cuando pequeña viví con mis padres un tiempo en esa ciudad, hasta que decidieron buscar una nueva vida en América. Específicamente Venezuela. Donde teníamos parientes. Pero siempre hemos regresado a Damasco, y hemos pasado momentos felices.

En ese país encontramos nuestro futuro y luego, ya crecí en medio de este pueblo, y estudié allí.

-¿Y tú? -preguntó.

-Yo nunca he conocido esta tierra de Arabia, sólo sé que es hermosa porque así mis padres me lo decían, y también, me insistían, que si alguna vez sentía nostalgia, que viniera a esta tierra mágica y ahí me consolaría.

-¿Pero tu hablas árabe, Yazmín? –le preguntó.

-Por supuesto, mis padres continuaron enseñándome su propia lengua aún estando en este otro país.

-Eso es lo que me preocupa. –Dijo Francisco-. No se nada de ese idioma, y sólo estoy seguro de ir es porque mis parientes que me van a recibir. –Concluyó.

-Mira, no te preocupes, yo te puedo ayudar, se el idioma y puedo en esos días acompañarte para que conozcas Damasco.

Ya ven cuando la necesidad se tiene: la respuesta aparece.

Francisco se sentía feliz, abrumado por esta belleza. Sus palabras entrecortadas reflejaban el nerviosismo de estar a su lado.

Pasaron las horas, y para él: era como si el tiempo fuera corto. Sintieron el descenso del avión y observaban los paisajes urbanos de Damasco. Luego, los consabidos mensajes a los pasajeros:

Asiento recto, cinturón abrochado, nada de fumar. Etc. Etc.

Los últimos minutos se convirtieron en segundos, y en corto tiempo estaban chequeando sus pasaportes y luego a la aduana a recoger su equipaje.

Su compañera estaba a su lado, y él, como siempre un caballero, le ayudó a buscar sus pertenencias. Salieron y ahí estaba la familia de ella que en árabe le daban la bienvenida. Oyó cuando mencionó su nombre, sólo eso, y luego en español le dijo:

-Francisco, te presento a mi familia, tíos y primos. –Le decía.

El los saludó con entusiasmo, viendo a los lados y se preguntaba donde estaban los parientes que venían a recibirle. Miró a un rincón y observó a un señor mirando una foto y fue cuando se dio cuenta que eran sus tíos y primos. Los saludó.

– ¡Hola, yo soy Francisco Yasser…! -Le contestaron en árabe y él no los entendía, sintió que detrás de él estaba Yazmín para ayudarle.

-Te están dando la bienvenida y te reciben con cariño y también te están presentando a los familiares.

Francisco Yasser se alegró por esta ayuda. Luego tomó la mano de cada uno de ellos dándoles un cordial saludo, sintió que cada uno lo besaba en la mejilla, eso también lo observó en los familiares de Yazmín.

-Ella -señalando a Yazmín-, es una amiga que conocí en el vuelo.

Yazmín le tuvo que traducir y ellos extendieron la mano para saludarla.

Yazmín en un papel escribió su nombre completo y su dirección. Les preguntó a los familiares de Francisco por su dirección y ellos la escribieron en un trozo de papel y se la dieron a Yazmín.

La despedida fue corta, alegre por el entusiasmo de su familia; pero le hacía falta Yazmín. Ya ella se había ido. No entendía lo que le decían; pero a falta de palabras entra el idioma universal de hablar y hacerse entender por señas. Herencia de nuestros ancestros.

Ese día fue una fiesta familiar, aunque sin entender, comprendía que estaban alegres con su presencia. Quería que Yazmín estuviera cerca para que le pudiera ayudar. Como pudo se arregló con ellos y también les entregó los regalos que había preparado. Hasta la más pequeña de la casa recibió su regalo. Francisco era un joven espléndido y de un corazón que reflejaba el amor y respeto hacia sus semejantes.

Le asignaron su cuarto, y también por señas donde podía guardar sus pertenencias. El hogar era humilde pero reflejaba mucho amor y atención, tal como su padre en ciertas oportunidades le comentaba: <<No tenemos lujo; pero somos muy unidos>>.

Le parecía que ellos estuvieran cerca. Pero el destino se los llevó y sólo sus recuerdos permanecían en su pensamiento.

Recostado en su cama, sentía la brisa que por una ventana se colaba, dándole una sensación de bienestar. Así, tal vez por el cansancio, o también por la quietud, se quedó dormido.

Como todo viajero en nuevas tierras, siempre tenía el deseo de conocer. Tal vez por eso se levantó temprano, y ya en la cocina se sentía un rico aroma de los alimentos. Su tía política, ya tenía la comida en la mesa. La niña pequeña, tenía para él un nombre difícil de pronunciar y él por abreviar le puso su propio nombre “La Pequeña” y así la comenzó a llamar y se hicieron muy amigos.

Disfrutó de esa comida árabe, no muy extraña para él, ya que sus padres siempre la preparaban en la casa; pero esta tenía un sabor más notable ya que las especias eran diferentes.

En esa casa no había teléfono, y él con el papel en la mano, salió para un café de la esquina tomado de la mano de esta pequeña: su amiga. De allí llamó a Yazmín, encontrándose con la sorpresa que ella ya había salido, fue lo poco que logró entender. Y eso poniendo al teléfono a la pequeña. Pero fue igual, no encontraba la forma de entenderle, con señas se dio cuenta que la niña quería decirle que ella había salido.

Confirmando así lo que pensaba. Bueno tendrá otros compromisos. <<Así lo pensó>>.

Pasaron las horas y casi al mediodía, oía que a la puerta alguien estaba hablando en árabe y fue cuando oyó su nombre. Se encontró con la sorpresa de que Yazmín estaba en la sala, con un vestido suelto de mangas cortas y de un color crema tenue. Esto le sorprendió.

-Francisco, salí a buscarte, como se que tu no tienes teléfono, vine lo antes posible para estar contigo y que tuviéramos tiempo de salir y recorrer un poco las calles de Damasco.

Esto le pareció estupendo y despidiéndose de sus familiares y al lado de Yazmín, comenzaron por caminar cerca de su casa para que él se ambientara y pudiera reconocer el lugar en que vivía.

Tomaron un Taxi y se fueron a un sitio muy popular: por las tiendas que llenaban las calles, y para todos era muy original. Vendedores de diversos artículos ofertando sus mercancías.

Francisco vio un pañuelo casi del color de los ojos de ella: violeta intenso, y se lo obsequió. Cuando fue a pagar, no sabía ni entendía cuanto era, pero el tendero con la ayuda de Yazmín, solucionaron el problema.

Así continuaron recorriendo hasta llegar a las calles de arriba donde se situaban los alfareros y vendedores de jarrones de fantasía. Ella quería que conociera este lugar porque para ella era mágico…

Ella le contaba que cuando joven su padre la trajo un día y se quedó sorprendida de unas esferas que cambiaban de color al acercarse las personas. Para Francisco, esto no era más que un artificio de los vendedores, que jugaban con la inocencia de las personas.

Así llegaron a esa tienda y de verdad tenían una esfera que cambiaba de color sin que nadie la manipulara. El tendero le dijo a Yazmín que esa esfera no estaba en venta, ya que él la consideraba mágica, y que en una oportunidad un padre la quería comprar para una joven y, él no la había querido vender. Pero se sintió abrumado por no hacerlo ya que esa chica era preciosa y…, él observó que la esfera brillaba más con ella que con otros.

-Así como lo estoy viendo –dijo el tendero-. Se acercó un poco más y reconoció esos ojos color violeta y se emocionó.

-Tú debes ser la chica, no tengo duda. Mira la esfera cambia de color cuando tú te acercas y sus colores son más intensos.

Yazmín estaba asombrada… Para Francisco, todo le parecía extraño; pero pensaba que para vender siempre existen artimañas.

Pidió que a la esfera se le dejara tocar. Observó que era del tamaño de una pelota, un poco más grande que una de softball, y no la sentía pesada, y en sus manos ardía con suavidad. El tendero no la manipulaba.

Francisco no podía comprender esta incógnita.

-Yo la quiero comprar, le aseveró, si usted está dispuesto a vendérmela. La quiero regalar. –Así le dijo.

-¡No la vendo…!. A menos que sea para ella. –Le contestó el Tendero….

Salieron con la esfera tomados de las manos, y sosteniéndola entre los dos.

Había nacido el amor… La esfera radiante parecía cambiar del color: del rojo al azul, y luego permanecía en el violeta. Francisco se decía: <<Como los ojos de ella>>.

-Yazmín, ¿tu crees que la esfera sea mágica…?. -Para mi fue la astucia del vendedor…

Ella lo miraba y le dijo: -Aquí en Damasco la fantasía de la gente hace que las cosas cambien.

Se sentaron en un café, y la intriga de Francisco se sentía por sus acciones. No dejaba de mirar la esfera y miraba también a Yazmín…

-El tendero dijo que era mágica… ¿tu lo crees…?. -Preguntó Francisco…

-Lo debe ser, es fantástico como me sentí, y no se porqué tuve el sentimiento de tomar tu mano, aún cuando tú para mi vida eres un ser desconocido…; pero sentí que el calor de la esfera me conducía a estrechar tu mano, la cual tu no la rechazaste… ¿No te parece esto mágico…?. –insistió Yazmín.

-Mi padre me dijo que algún día encontraría de nuevo esta esfera, y que en ese momento yo no estaría sola, y la persona que me acompañara sería algo especial para mi vida y así lo pienso.

Pasaron las horas y llegó la tarde, y con entusiasmo tomaron el camino de regreso. Ya en la casa de Yazmín volvió a encontrar a sus parientes ya conocidos en el aeropuerto y siempre estaban con una sonrisa en la cara y un saludo en sus labios.

Allí comieron otra comida especial a base de vegetales, y un pan que ellos habían preparado y, lo más hermoso: la compañía de Yazmín.

-Francisco, toma la esfera ponla en tu cuarto y obsérvala. -Ella reflejará tus sentimientos y tal vez te guíe en tus decisiones…

-¡No, la esfera es tuya…!. -No es cierto, le contestó-. -Es de los dos.

Regresaron ya tarde y Yazmín, lo envió en un taxi a su casa. Recomendándole al chofer de tener bien claro esa dirección.

La vida transcurre en pedazos, y a veces cortos, otras veces largos, cuando nos sentimos felices el tiempo toma otra dimensión, y para Francisco, esa sensación estaba llegando a lo más profundo de su ser… que decir que Yasmín, astuta en hacer las cosas más fáciles, ya le tenía un cariño inmensurable… Por las noches sólo pensaba en el próximo encuentro y en la posibilidad de que Francisco se sintiera feliz a su lado, bien esto no sería difícil, para dos jóvenes que el destino une, lo demás es sencillo: sólo amar…

Amanecía, con silencios del día. Sólo los sonidos de su tía, que con gran esmero, preparaba, el desayuno, ya los olores se dejaban colar hasta su habitación, olores que sólo el pueblo árabe sabe preparar en sus comidas. Francisco pensaba que no quería ser una carga para ellos, y de alguna forma quería ayudarles, esto no se lo permitían, ni la pequeña de la casa que con gran esmero le llevaba ese café humeante hasta su habitación.

Cuando sembramos el cariño y la comprensión entre la familia, los frutos son recogidos en los momentos inesperados, y en esta familia, de ese pueblo milenario, el cariño mutuo a sus parientes, era notable y reflejado por las atenciones que ellos le daban.

Recordaba cuando sus padres le insistían, “Somos pobres pero nos une un gran sentimiento”. <<Ah mis padres>>. Como los recordaba, hijo único y centro de todas sus atenciones. <<¿Porque se fueron era su pregunta?>>, <<Y los dos juntos>>. Su consuelo era ver en su tío un gran parecido a su padre… y en él encontraba el consuelo a su nostalgia.

Toda esa familia, su tío, su tía política, el hijo grande y aquella pequeña, se sentaban juntos en la mesa. Ya él era parte de esa unión.

La pequeña, se esmeraba en atenderle, y a enseñarle las pocas palabras, que “pequeñas”, como ella: sabía. Surgía un cariño hacia ella. Dicen que ese pueblo aprende a querer desde que nacen… Bueno sólo es un decir. Tal vez una realidad.

Pasaban las horas y no quitaba los ojos de la puerta. Su ansiedad se reflejaba en su rostro. Ya se imaginan quien era la dueña de esa nostalgia…

Sonó la puerta, conversación en árabe y, su corazón se sintió feliz al escuchar el nombre de Yazmín.

-Hola Francisco… –fue su saludo. Él como siempre reflejaba el cariño en su mirada, y aquellos ojos frente a él. No cambiaban de color sólo eran violetas, contraste al de sus propios ojos oscuros, y de su pelo negro, Combinación heredada de los suyos: sus padres.

-Hola Yazmín, -estaba esperándote, y si tú quieres podemos salir…- .Era la excusa, sólo para tenerla para él. Ella sonrió al ver el rostro de la pequeña. Como los niños interpretan los sentimientos, adivinaba a que se refería la premura de salir: Quería pasar esos momentos con ella y disfrutarlos.

-Vamos, tenemos muchos sitios que recorrer. Hoy vamos a la ciudad vieja, así llamada, también la llamamos antigua. Allí se conservan muchas tradiciones del pueblo árabe y sobre todo hay un sitio, que yo de pequeña frecuentaba con mis padres… bien por su belleza y por los ricos helados que venden… dicen que los dueños tienen magia, para prepararlos y con ingredientes secretos que sólo los jóvenes entienden.

-Vamos Yazmín, otra vez con la magia en tus labios… Y así salieron, como siempre un poco a pié para que Francisco conociera los alrededores de su casa. Luego un taxi a la ciudad antigua…

El lugar lleno de escalones y de casas que el tiempo se niega a borrar, y las calles estrechas, calzadas de adoquines, parecían conservar el frío de la noche…Ya los rayos del sol comenzaban a calentar la calle, obligando a la humedad a retirarse, dejando una estela de neblina.

Llegaron al sitio, después de caminar, Yazmín decía: << para que puedas conocer, tienes que recorrer los sitios a pie, no importa el cansancio, es parte de este conocimiento>>. -Vamos cruza la calle, ves al final de la calle aquella pequeña heladería, allí vamos… -La misma no estaba cerca, pero con Yazmín a su lado el camino era hermoso, y mientras más largo para Francisco: mejor.

De verdad esos helados tenían un sabor maravilloso. Sí, esos helados llamados “Bakdash”, Francisco ni remota idea del significado. Eran deliciosos al paladar, y con Yazmín, que importaban los nombres. Si esos ojos violetas estaban dentro de él.

Las horas caían dejando paso a la tarde, y aquel pueblo comenzaba a buscar un sitio donde reclinarse… para Francisco era lo extraño de ese comportamiento, aunque muchas veces observaba lo mismo en sus padres…

Yazmín viendo que estaba sorprendido… le explicó:

-Francisco, es la hora de las oraciones… todos fijan su vista a un lugar distante… que para nosotros, <<ella se incluía en ese pueblo>>, es muy importante… mira, al terminar el día damos gracias a nuestro Dios, por el día que ya casi termina, por la oportunidad de haberlo vivido, por la esperanza de que algún día todos seamos unidos.

Francisco la miraba… ahora la admiraba más… como una joven podía sentir y sobre todo comprender las cosas de una manera insólita y hermosa…

-Mira Francisco, para muchos trascurren los días, y jamás se acuerdan de agradecer el momento vivido y la felicidad encontrada.

<<En eso tenía razón>>. –Pensaba Francisco…

Cruzaron la calle tomados de la mano, y al otro lado detuvieron un Taxi para la rutina de regreso… eran los momentos tristes de Francisco: Esperar el otro día…

Muchas veces se sentía abrumado y preocupado del tiempo que ella le dedicaba… dejando de lado cualquier otra actividad… Nunca Yazmín le mencionada sus preocupaciones, que como todos: las debía tener…

En una oportunidad, Yazmín, le preguntó si conocía el desierto… -¡No…! << Fue la respuesta…>>; -pero me gustaría…

Así se encaminaron a las afueras de la ciudad y en aproximadamente 2 horas estaban al lado del comienzo de esa inmensidad de arena…

-¡Yazmín, háblame de ti…? ¿Por qué siempre eres tan tranquila y sobre todo optimista…?

-Ven Francisco caminemos un poco.

Llegaron a una “duna”, “montículo” prominente del desierto y en ella los dos parados comenzaron a caminar por el borde… Luego ella se paró y mirando a Francisco le dijo:

-Ven, voy a responder tu pregunta…

-Mira hacia atrás.. ¿Qué ves..?

-Sólo arena…-contestó Francisco.

-¡Mira un poco más..!

-Ya sé, veo las huellas que hemos dejado…

-¿Están todas…? –Le preguntó.

-No, sólo las más recientes… -contestó Francisco.

-Francisco así es la vida… las huellas que dejamos, el viento y la arena las cubrirán, y ya más nunca las veremos, sólo que las mantengamos grabadas dentro de nosotros. Es así con la vida. El ayer sólo nos deja recuerdos, pero dejemos que el tiempo los cubra y sólo recordemos las buenas experiencias…

-Mira ahora hacia delante… ¿que ves?

-Sólo arena… –contestó.

-¿Ves alguna huella…?

-Yazmín, por favor si no hemos dado un paso…

-Eso tiene su explicación –contestó Yazmín

-Esas huellas no existen; pero sabemos que al caminar irán surgiendo bajo nuestros pies.. ¿no te parece-..??

<<Claro era lógico…>>, << pensó Francisco…>>

-Dime Francisco te preocuparías por el camino que no has recorrido…?

-¡No!, -fue su respuesta…

-No dejemos que nuestras huellas, que no existen, vivan en nosotros…, Ellas llegaran en su momento, sólo al mover tus pies… -¿verdad que es lógico?

-Ahora Francisco… mira debajo de tus pies… ¿Qué ves..?

-¿Debajo de mis pies..?. –preguntó.

-¿Y que hay debajo de tus pies..?

-La huella que dejaré al moverme… ¿No es así?

-Ves esa es la más importante, porque es la del momento, la que te pertenece… Así debemos ver la vida… sólo un camino que se borra y unas huellas que no están, que vendrán cuando hagas tu camino…, y unas huellas que sólo existirán en el momento que vivimos, en el momento en que ellas están debajo de nuestros pies.

<<Ante esa argumentación Francisco no tenía duda…>>. Jazmín tenía su propia filosofía de la vida… y con mucha razón.

Yazmín comprendía la vida por momentos, y esos eran los momentos que vivía. Eran los instantes que importaban. Que hermosa mujer… <<Así lo pensaba Francisco>>.

Caminaron mucho más, observando ese mar de arena…

-Mira Francisco, ¿ves la arena?, no siente preocupación de sólo ser pequeña… -mira como forman esas montañas… Nosotros también podemos ser como ella…, no ir de un lado a otro, sin tener un objetivo en la vida… -disfrutar los momentos y construir una montaña.

Francisco pensaba que Yazmín guardaba muchos secretos: era la incógnita de su vida…

Un día lo invitó a un pueblo cercano… donde todavía, como cultura, se mantenían las viejas costumbres. Ningún modernismo, ninguna preocupación, sólo vivir los momentos…

Se alojaron en una pequeña casa que servía de posada… y esa noche los acompañó el silencio… y como dos enamorados se entregaron el uno al otro.

Era un pueblo amable con los extraños.

-Francisco—sabes, me ausentaré por un tiempo… debo arreglar unos asuntos… tú me prometes que me esperarás… no me llevará mucho tiempo.

Esas afirmaciones ya le causaban ansiedad… No se imaginaba vivir sin ella…

Regresaron y ella lo acompañó a su casa… y vino esa despedida triste de dos enamorados.

Yazmín representaba a unos misioneros voluntarios que llevaban paz y consuelo a los pueblos oprimidos de Siria… era un trabajo, que como lo dije: voluntario; pero ayudar a esos niños, era la felicidad para ella…

Pasaron los días… y ya la inquietud de la ausencia se sentía… la pequeña de la casa trataba de consolarle y le hablaba en árabe.

Yazmín no volvió… en su casa no sabían hacia donde se había ido… ni que pueblo iba a visitar…

<<Sería una despedida>> – pensaba francisco…

La luz opaca de la esfera así se lo mostraba… lloró esa noche..

Su familia lo llevó a otro lugar de la ciudad para que conociera otros tíos… también con su amor trataban de confortarle…

Francisco, ya después de seis meses , entendía más y más ese extraño idioma… y decidió estudiarlo formalmente en la universidad… como complemento a su estudio de economía… esto lo hacía para compenetrarse más a ese pueblo..

Terminó su estudio… y con la ayuda de su tío encontró una ocupación en los servicios civiles… como responsable y encargado de dar refugio a otros pueblos y enseñarles el conocimiento de sus costumbres…

Ya había pasado tres años de la ausencia de Yazmín… ni en su pueblo de origen… sabían de ella… todos la extrañaban…

<<Que habría pasado con ella>>. <<Estaba muy enamorada para dejarlo>>
<<Pensaba Francisco>>.

Francisco recorría los pueblos olvidados de Siria en sus funciones civiles, conoció a gente del desierto, cuya única posesión era una tienda y varios animales: cabras, caballos, etc.

Siempre llevaba la esfera de cristal en un bolsillo de su chaqueta… y su portafolio en una mano… Vestido a la usanza árabe… ni el mismo se reconocía…

Era muy respetado por sus superiores que veían en él a un gran hombre de una humanidad extraordinaria…

Dejó a sus familiares, y con la ayuda de su tío rentaba un pequeño espacio en la ciudad vieja… desde donde podía observar el paisaje y estar cerca de los helados que tanto conocía.

Siempre visitaba a su familia… y ya la pequeña, hecha grande… siempre le acompañaba… ahora sí, decía Francisco, puedo entenderla… Siempre hace falta aprender el idioma y costumbres de los pueblos para comprenderlos mejor.

La niña comprendía esa nostalgia de Francisco… y juntos salían a caminar y ver el sol del atardecer… siempre ese sol alumbraba más y más esas fronteras del desierto.

-Sabes –decía la niña- yo también le extraño y siempre miro los ojos de las mujeres que están descubiertas, sin su velo, para ver si son los ojos de ella… sé que algún día, Francisco, ella volverá.

Estas palabras caían con el peso de la esperanza…

La niña dijo…

-Francisco un decir árabe expresa: “Cuando la felicidad llega a nuestra puerta, debemos tomarla, o dejarla ir, pero siempre con la esperanza de volverla a encontrar…”

<<Caramba… que palabras tan ciertas… Eso era: que nunca muriera esa esperanza>>. <<Pensó Francisco>>.

Cenaba en la casa de los familiares, y ya con el idioma a cuestas era fácil entenderles todo… Eran unas cenas tan familiares que Francisco, lo agradecía con la muestra de su cariño y con los pequeños regalos que conseguía en el recorrido de esos pueblos, cuando tenía que ausentarse lejos para efectuar su trabajo.

Así transcurrieron siete años sin Yazmín y Francisco tomó la decisión de regresar a Venezuela y allá terminar con este recuerdo…

Con nostalgia se despidió de su familia… y de sus amigos, especialmente de la pequeña…

Para él, era muy triste… abandonar este mundo de fantasía… estos recuerdos; pero el camino debía seguir… pensaba en las palabras de Yazmín en el desierto y no podía dejar de mirar las huellas que había dejado…

Siempre con su pequeña esfera a su lado… se presentó al mostrador… y la joven que le atendía… lo miró… y dijo:

-Hace tiempo oí una historia de una joven que hablaba en su cautiverio de una esfera… que alumbraba … -pensé que era un cuento de fantasía… pero al verte a ti, la recordé a ella que en medio de ese pueblo lejano… lo repetía una y otra vez… Ella por las leyes de ese pueblo nunca lo podrá abandonar… No está en Siria sino en la vía de la frontera entre Jordania e Irak… otra región, otro país. –Concluyó.

-Y sobre todo, decían que tenía los ojos color violeta…

Francisco al oír esto, le preguntó:

-¿Donde está ese sitio..?.

-¡No puedes ir son gente nómada que todavía piensa en la esclavitud…!, y puedes tener problemas. –Le dijo.

Aquellas palabras le hicieron recordar esta ilusión de tantos años…

-Mira, ¿Sólo dime como puedo llegar…?. –Insistió Francisco.

-Caramba mis palabras te emocionaron… mira, ¿no vas a viajar?

-¡No!, fue su respuesta debo primero comprobar lo que dices… y volteando recogió su equipaje…

-Mira espera… <<oyó cuando la joven le llamaba>>…- mira toma esta referencia, es de mi familia que vive cerca… ve a donde ellos, puede ser que te ayuden a ubicarla. Piensa que esos pueblos son nómadas y nunca permanecen en un mismo lugar…

Tomó la pequeña hoja… regresó a la casa de la pequeña y dejando sus cosas, salió apresuradamente en busca de un vehículo. Todos se extrañaban por esta premura…ellos pensaban que ya estaría en pleno vuelo. Pero también sintieron alegría de verlo.

Preguntó y en un vehiculo de su amigo, y con un permiso especial. Se hizo acompañar por este “amigo árabe”. Y emprendieron el viaje a buscar la vía hacia la frontera.

Una vez que llegaron al puesto fronterizo, mostraron sus papeles y como todo estaba en regla, los dejaron cruzar. Y en minutos estaban en otro país… llegaron al pueblo de los familiares de esa joven del aeropuerto, y en segundos ellos lo orientaron, y le ofrecieron su casa para que se quedaran esa noche con ellos.

Francisco, no se detuvo… prosiguió su camino.

Vieron una caravana de nómadas. Y con la ayuda de su amigo preguntaron por un pueblo errante…ninguna respuesta. Pero a francisco se le ocurrió preguntar por una joven de ojos color de violeta…

-Ah , te refieres a la ayuda de mi tía… descansa con nosotros y mañana los llevaré.

Francisco y su amigo pensaban si esto podía ser una argucia de los hombres del desierto para robarle. Su vehículo, lo dejaron en el pueblo, y este recorrido lo hacían en lomos de un camello. Cosa nueva para ellos; pero era el medio más idóneo de transporte para el desierto.

Al día siguiente se levantaron temprano y junto con la caravana alcanzaron un pueblo acampado en el desierto… todos estaban alertas… pero eran sus familiares y amigos para este jefe de caravana.

Francisco salió adelante y llevando la esfera de cristal en su mano, no encontraba que cambiara de color… estaba opaca…

Se acercó una niña con la indumentaria negra y toda cubierta… cuando francisco se le acercó sintió un calor en su mano: la esfera comenzó a brillar. Pero era una niña… y se dijo: <<todas brillan cuando los ojos son color violeta>>.

En árabe preguntó su nombre <<“Fátima” fue su respuesta>>. Volteó y alejándose de ella le dio un “adiós” con la mano.

La niña lo llamó.

– Sabes yo se la historia de esa esfera. -Dicen que es mágica… pero todo es mágico en este desierto: el viento, la arena los caballos la gente.

-¿Y tu madre también es del desierto?. –Le preguntó.

-Sí, una vez fuimos esclavos… yo no había nacido… y mi madre me cuenta que un hombre la compró… y se la llevó lejos… Ella lloró mucho… el hombre, su dueño, pensó que estaba enferma, y fue muy generoso… y sólo le asignó ser la asistente de su hermana.

-Mamá estaba embarazada, y por eso fue respetada. Estos pueblos respetan los preceptos de Alá: no tocan a una mujer que haya tenido esposo.

-Mi madre, dio a luz, es decir a mí… Y en agradecimiento a esta familia, decidió servirle algunos años… Ella siempre me hablaba de un hombre y de esa esfera… Hoy cuando te vi pensé que podías ser tú.

-Dime pequeña de que color tiene los ojos tu madre…? -Violeta. -fue su respuesta… y también me dijo que cuando creciera buscara a ese hombre porque iba a ser especial para mí; pero, sabes, todo es fantasía.

-Mi madre todavía espera su libertad para volver a ese pueblo y a ese hombre… Sabes no puede violar su palabra, porque estos pueblos esperan que tú la cumplas, y luego te dejan ir… pero si tu te vas sin haberla cumplido… están en el deber de rechazarte y venderte como esclavo a otros pueblos….

Francisco y su amigo oían la historia de esta niña. Era sólo una esperanza…

-Y dime pequeña, ¿donde está esa mujer que tú llamas madre?

-Allá en el “oasis”, dando de beber a los caballos y cabras… junto con aquellas mujeres que la acompañan…

Francisco y su amigo caminaron hacia esas mujeres todas cubiertas con su manto y vestido negro… y poco a poco… las miraba, y él con su poblada barba, no les parecía extraño que un hombre buscara una esclava como esposa.

La esfera permanecía opaca no mostraba su brillo, se acercó a una mujer que inclinada de espalda tomaba el agua de la fuente… La esfera comenzó a alumbrar…

Un hombre que cuidaba del rebaño, y de las propiedades de su amo se acercó a él y en árabe le increpó esa osadía. Francisco se retiró, tenía lágrimas en los ojos.

La mujer volteo, miró a Francisco y este había ocultado su esfera debajo de su manto.

El hombre le preguntó: ¿Qué llevas ahí..?, -tomando su espada se acercaba a

Francisco… y este sorprendido oyó un grito del señor de ese campamento… que decía:
-¡detente…detente!, son mis invitados.

Llegó hasta donde Francisco y le puso la mano al hombro y dijo:

-No debes acercarte a las esclavas…mantente distante.

La mujer permanecía callada y no levantaba su cabeza…

Francisco fue llevado a la carpa de este señor y allá le contó su historia y su esperanza.

Llamó a sus esclavas y cada una entraba y preguntaba:
-¿Es esta?.

Él sabía que no lo era.

-¿No falta ninguna? -Bien era la que abrevaba los animales cuando tu guardia se acercó. –Le afirmó.

-Ya sé, es la esclava de mi hermana… fielmente ha cumplido su promesa y ella la quiere mucho…- vamos acompáñame. -le dijo.

Entraron a la tienda y allí en un rincón estaba ella con la niña al lado. -En su idioma del desierto le preguntó si conocía a este joven… viendo en su rostro la negativa.

-Bien amigo ella no te conoce… -Le afirmó. No se daba cuenta que la negativa era por el temor de que le hicieran daño a Francisco.

Francisco se devolvió…
-sólo un favor más: pregúntale si conoce a un joven con una esfera?.

-Caramba oí esa historia a ella. Bien volvamos

Y ciertamente vio que debajo de ese manto estaban unos ojos llenos de lágrimas. El señor le dijo:

-No tengas miedo puedes hablar…Es costumbre de los esclavos permanecer callados y ella en protección de Francisco, y con mucho dolor dijo que no lo conocía.

-No puedo hacer nada por ti… y ella no está en venta nos pertenece así como esa niña.

-Esa niña es mi hija. – Se atrevió a decir Francisco.

Ante esto volvió a llamar a la esclava y ella con su cabeza agachada, no hablaba, pensaba que si reconocía a Francisco, este sería muerto, por las leyes de este pueblo.

-Hay una sola forma de responder a esto… llamó a su hermana y le preguntó por ella…

-Nunca sentí ninguna queja de su parte y sólo le faltaban pocos meses para ser libre.

-contestó su hermana.

-Preguntó si al cabo de ese tiempo podría ayudarla para que ella volviera a encontrar al padre de su niña. –Yo se lo prometí.

El señor llamó a su esclava y le dijo:

-Frente a Alá, frente a tu dueña y frente a mis esclavos te digo: eres libre.

Yazmín cayó desmayada… una vez recuperada encontró a su lado la esfera de cristal que una vez los había unido y nuevamente los reunió para siempre… un poco más allá la niña de ojos color violeta y, Francisco y su amigo..

Francisco la abrazó, abrazó a la que era su hija y el señor les regaló, lo suficiente para que ellos recuperaran su vida.

-Francisco… ya soy libre pero no quiero dejar este pueblo. En el fondo es un pueblo hermoso… no necesitamos nada más que una tienda, y unos animales… y si estas tú y si está mi hija, lo tengo todo.

-Tengo el derecho por haber cumplido mi tiempo de esclava de, ahora en adelante, ser aceptada por esta gente. -¿No se como lo tomas tú…?

Francisco volvió a ver esa luz en su mirada… aquella esfera que brillaba, aquella pequeña que lo observaba….

Salió, entró a la tienda de este jefe: -¿Podría ser aceptado entre tu pueblo…?

<<Fue su pregunta>>.

Hoy, quedaron atrás las huellas de sus pisadas, no están las huellas que vendrán… sólo las huellas debajo de sus pies. Esas son las más importantes.

ALEXANDER…

Esta historia, me llevó tiempo escribirla, es que a la persona a la que se la dedico… es muy especial…que como Yazmín… encontró la felicidad en lo poco que tenía…y así luchó en la vida… Y continúa haciéndolo, sin más tesoro que su familia…

Para ti Carmen Teresa, al cual hemos llegado con salud, disfruta esta historia, hazla tuya y no la pierdas.